Los amos del dinero siempre se sienten muy incómodos ante las huelgas y en esta ocasión eso se ha visto con especial nitidez. Si decían que había sido un éxito reforzarían a los sindicatos y si decían que había sido un fracaso reforzarían a Zapatero. Al final su decisión ha sido clara: “Mejor apoyamos a la cúpula del SOE, que en el fondo son de los nuestros, antes que a los representantes de los trabajadores”. Por mucho que desprecien a Zapatero por haber perturbado sus sueños bélicos en Iraq y por haber apoyado a los homosexuales, mucho más odian y temen a las fuerzas sindicales y, en general, a la Izquierda real. Sólo basta leer sus titualares de hoy y analizar la campaña de criminalización antisindical de las últimas semanas para comprender que la Huelga General ha sido un éxito. Su rabia y su escozor se materializaba con portadas despectivas en sus periódicos, con palabras gruesas de tertulianos asalariados en sus cadenas de radio-TV y con rebajas de calificación de deuda pública realizadas por sus agencias de rating.
Ladrán, Sancho, señal de que cabalgamos. El movimiento anticapitalista sigue su curso.