La legitimación social de la desigualdad constituye un puntal estratégico para el mantenimiento del actual modelo suicida de producción y distribución de los bienes conocido como capitalismo. En otra entrada se analizó esta cuestión fundamental para entender el estado de apatía, sumisión y confusión que parece atenazar a las sociedades hipotéticamente avanzadas en su intento de articular soluciones a la gravísima crisis sistémica que nos asola. Todos somos capaces de ver que las cosas van mal: Guerra, violencia, racismo, explotación, contaminación, adicciones, pobreza, paro… . La lista de los males es interminable pero una férrea tenaza mental nos impide implementar remedios que vayan a la raíz de los problemas. La explicación a esta desconcertante enfermedad social es la legitimación social de la desigualdad y, muy especialmente, el papel desempeñado por los juegos de azar como mecanismo privilegiado para la perpetuación de esta parálisis colectiva. Ya en otras ocasiones hemos escrito sobre esto.
¿Que pasaría si hicieramos el experimento político de abolir por completo los juegos de azar en, por ejemplo, el estado español?. Nuestra sociedad, repentinamente privada de su principal opio psicológico, sufriría un shock de tal envergadura que, en cuestión de pocos años, quedaría profundamente transformada. En un primer momento la reacción sería de ira y agresividad, como la que experimenta un adicto cuando se le retira la sustancia que le proporciona una falsa «esperanza para vivir». Superada esta fase la sociedad quedaría sumida en el abatimiento, el dolor y la depresión al comprender que su vida, muy posiblemente, se enfrenta a unas expectativas bastante lúgrubes circunscritas a un universo de explotación. La tercera etapa sería la del empoderamiento, la soberanía y la liberación a través del entendimiento de que solo mediante el apoyo mutuo, la cooperación y la fuerza colectiva podemos alcanzar la verdadera plenitud individual.
La sociedad ecuatoriana, silenciada en los medios de comunicación al igual que la islandesa, nos da una auténtica lección de profundización democrática y de libertad al plantear esta cuestión en un referéndum popular, junto con otras importantes preguntas. ¿Logrará Ecuador convertirse en uno de los primeros países de nuestro entorno libres de juegos de azar?