Como cuestión preliminar es necesario aclarar, una vez más, las cruciales diferencias entre judaísmo, semitismo y sionismo. Solo así podremos entender que la agresión del gobierno sionista de Israel contra los habitantes de Gaza puede ser perfectamente calificada como agresión antisemita.
Cuando el estado sionista de Israel se apropia en 1948 de casi el 80% de Palestina, despojando a sus habitantes históricos de todos sus derechos, lo hace a través de la limpieza étnica de su población original. Los gobernantes de Israel tienden a pensar que el sufrimiento de los gazatíes los empujará a revelarse contra sus propios líderes electos, pero nadie puede pasar por alto el hecho de que causar dolor a la población civil con fines políticos solo puede ser etiquetado como terrorismo. Uno de los objetivos de estas masacres programadas es el desplazamiento obligado de grandes masas de población, posibilitando a la potencia ocupante tomar posiciones en las «tierras abandonadas» por sus legítimos moradores. Fue justo eso lo que el gobierno sionista realizó en 1948 forzando el desplazamiento de 700.000 palestinos. Es la misma estrategia que los mayores asesinos en masa de todos los tiempos han implementado para hacer realidad sus sueños imperiales de poder. El acto fundacional del Estado de Israel es, por tanto, un acto genocida y terrorista. Esa misma táctica es la que según parece pretende desarrollar de nuevo en Gaza, ante los atónitos ojos del mundo del siglo XXI.
Para denominar con una sola palabra una limpieza étnica-cultural de tales dimensiones los palestinos y el mundo civilizado usan desde hace décadas la palabra «Nakba». Nakba es un término árabe que significa «catástrofe». La Nakba hace referencia al proceso de destrucción, eliminación física, desplazamiento, saqueo, ensañamiento y violación que sufren los habitantes de esta tierra desde 1948 hasta el presente. Se expulsa a la población autóctona con el único objeto de fundar un nuevo país étnica y culturalmente distinto del que ya existía previamente. La destrucción de la huella cristiana y musulmana continúa, mediante el aniquilamiento de localidades palestinas completas, el desprecio por los derechos de los refugiados y las personas desplazadas, así como la prohibición de la enseñanza y conmemoración de la Nakba en las escuelas y grupos cívicos. Una parte de la sociedad judía y la totalidad de sus actuales dirigentes políticos adoptan un punto de vista abiertamente negacionista sobre la Nakba. Sin embargo los hechos vuelven a poner de manifiesto, de manera palmaria y completamente incuestionable ante los ojos del mundo la triste y cruda realidad de este genocidio políticamente planificado, en forma comparable a la limpieza étnica programada por los nazis para «purificar» territorios de la Europa del Este o, más recientemente con la sufrida por los musulmanes en la antigua Yugoslavia.
La organización judía Zochrot actúa para promover el reconocimiento en la sociedad israelí de la Nakba, la reparación de los derechos de las víctimas del terrorismo sionista-israelí, la rendición de cuentas por las injusticias en curso, la reclamación de retorno de víctimas y refugiados, así como la oportunidad de una vida mejor para todos los habitantes de Palestina.
Zochrot actúa desafiando las ideas preconcebidas de una parte de la sociedad judía y promueve el conocimiento, el cambio político y cultural dentro de ella, creando las condiciones para el retorno de los refugiados palestinos y la vida en común en este territorio. Zochrot lleva a cabo diferentes proyectos para avanzar en la comprensión de la Nakba y el Retorno. Zochrot difunde fotografías, testimonios, mapas, textos y todo tipo de documentación sobre las localidades palestinas que Israel aniquiló en 1948, la memoria Palestina en general y sobre la huella de la Nakba en nuestras vidas.
Para saber más puedes consultar la web de Zochrot (en inglés, hebreo o árabe) y las indispensables obras del historiador judío Ilan Pappé.