Ya estamos en 2014 y es un buen momento para recapitular brevemente el conocimiento adquirido en estos últimos años sobre las carencias estructurales de nuestra sociedad y sobre las líneas de acción necesarias para construir una democracia real. En campos como la representatividad, las finanzas, la ecología, el trabajo y la manera de admnistrar los recursos la confrontación entre los intereses de las élites y los de las mayorías sociales se ha hecho más y más visible, creando un frente de resistencias con grandes y sorprendentes líneas comunes en los cinco contienentes. Desde Brasil hasta Egipto, desde Bahrein hasta Islandia un pulso contra la opresión no ha dejado de sentirse, dibujando tres grandes ejes de propuestas para la emancipación de los pueblos y para la transición hacia un cambio de época.
1. Democracia participativa. Frente a la crisis de representatividad de los sistemas políticos tradicionales se han abierto demandas claras de democracia directa, que ayuden a superar el estado permanente de minoría de edad impuesta a la ciudadanía y su tutela forzosa por parte de conglomerados partitocráticos delegados que nunca respetan los compromisos adquiridos en periodos electorales y que solo sirven a los intereses de lás élites económicas que detentan el poder de forma totalitaria, en lo que ha venido a llamarse «feudalismo financiero». Este nuevo poder del pueblo, en el que las nuevas tecnologías pueden servir de ayuda, está comenzando a ensayarse en forma de iniciativas legislativas ciudadanas, wikiproyectos legislativos, consultas vinculantes, listas abiertas con referendums revocatorios de mandato, reformas de leyes electorales para la democracia inclusiva, consejos deliberativos, asambleas populares con capacidad de autogestión, procesos transparentes de rendición de cuentas, blindajes normativos contra la corrupción, gestación de nuevas soberanías y empoderamientos ciudadanos, organizaciones políticas horizontalistas o presupuestos participativos.
2. Economía al servicio de las personas. El segundo eje de confrontación y de construcción de alternativas está apuntando con fuerza al terreno de la democracia económica y al desarrollo de un nuevo concepto de banca pública, ética y colectiva, con una auditoría profunda de la deuda pública frente a la socialización criminal de la deuda privada, con iniciativas de renta básica universal, con nuevas monedas complementarias, con la persecución comprometida de los paraísos fiscales, la limitación de grandes patrimonios o las cooperativas integrales de producción y consumo.
3. Gestión del procomún. Frente a la mercantilización agresiva de las bases indispensables para la vida (sanidad, educación, alimentación, vivienda, recursos naturales, conocimiento) se abre paso con fuerza la idea de que sin una gestión común, compartida, responsable y democrática de lo que es de tod@s no será posible la construcción de un futuro sostenible para el planeta. Más allá del Mercado y del Estado está lo Común (mares, ríos, montañas, subsuelo, aire, lenguas, cultura, tierra, saberes…) Poner el control y la posesión de todo eso en manos de unos pocos es visto cada vez más como el inicio de la más terrible de las dictaduras y por ello no va a ser permitido. La gestión del procomún también incluye una perspectiva ecológica y sosteniblemente decrecentista del uso de las energías y de los recursos materiales no renovables. Una visión redistributiva de los bienes disponibles y de las obligaciones propias de su conservación, comenzando por el reparto justo del trabajo y del salario, que supere las tradicionales visiones jerárquicas, etnocéntricas y patriarcales, se abre camino en nuestro imaginario colectivo.
Estos son los grandes retos y las vías de solución que tenemos por delante. «Sí se puede». Entre todas y todos vamos a construirlo en los próximos años. Feliz 2014
PD. Esta entrada está inspirada en el muy recomendable documento «Cambio de época. ¿Cambio de rumbo?» de los profesores Jesús Sanz y Oscar Mateos.