Textos libertarios

Aquí encontrarás una selección de autores y textos libertarios –> https://alterglobalizacion.wordpress.com/libertaris/

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¿Cuánta tierra necesita un hombre?

Por Leon Tolstoi.

Leon Tolstoi, uno de los padres del anarco-comunismo religioso: Pensamiento, Dignidad y Justicia en estado puro.

«Érase una vez un campesino llamado Pahom, que había trabajado dura y honestamente para su familia, pero que no tenía tierras propias, así que siempre permanecía en la pobreza. «Ocupados como estamos desde la niñez trabajando la madre tierra -pensaba a menudo- los campesinos siempre debemos morir como vivimos, sin nada propio. Las cosas serían diferentes si tuviéramos nuestra propia tierra.»

Ahora bien, cerca de la aldea de Pahom vivía una dama, una pequeña terrateniente, que poseía una finca de ciento cincuenta hectáreas. Un invierno se difundió la noticia de que esta dama iba a vender sus tierras. Pahom oyó que un vecino suyo compraría veinticinco hectáreas y que la dama había consentido en aceptar la mitad en efectivo y esperar un año por la otra mitad.

«Qué te parece -pensó Pahom- Esa tierra se vende, y yo no obtendré nada.»

Así que decidió hablar con su esposa.

-Otras personas están comprando, y nosotros también debemos comprar unas diez hectáreas. La vida se vuelve imposible sin poseer tierras propias.

Se pusieron a pensar y calcularon cuánto podrían comprar. Tenían ahorrados cien rublos. Vendieron un potrillo y la mitad de sus abejas; contrataron a uno de sus hijos como peón y pidieron anticipos sobre la paga. Pidieron prestado el resto a un cuñado, y así juntaron la mitad del dinero de la compra. Después de eso, Pahom escogió una parcela de veinte hectáreas, donde había bosques, fue a ver a la dama e hizo la compra.

Así que ahora Pahom tenía su propia tierra. Pidió semilla prestada, y la sembró, y obtuvo una buena cosecha. Al cabo de un año había logrado saldar sus deudas con la dama y su cuñado. Así se convirtió en terrateniente, y talaba sus propios árboles, y alimentaba su ganado en sus propios pastos. Cuando salía a arar los campos, o a mirar sus mieses o sus prados, el corazón se le llenaba de alegría. La hierba que crecía allí y las flores que florecían allí le parecían diferentes de las de otras partes. Antes, cuando cruzaba esa tierra, le parecía igual a cualquier otra, pero ahora le parecía muy distinta.

Un día Pahom estaba sentado en su casa cuando un viajero se detuvo ante su casa. Pahom le preguntó de dónde venía, y el forastero respondió que venía de allende el Volga, donde había estado trabajando. Una palabra llevó a la otra, y el hombre comentó que había muchas tierras en venta por allá, y que muchos estaban viajando para comprarlas. Las tierras eran tan fértiles, aseguró, que el centeno era alto como un caballo, y tan tupido que cinco cortes de guadaña formaban una avilla. Comentó que un campesino había trabajado sólo con sus manos, y ahora tenía seis caballos y dos vacas.

El corazón de Pahom se colmó de anhelo.

«¿Por qué he de sufrir en este agujero -pensó- si se vive tan bien en otras partes? Venderé mi tierra y mi finca, y con el dinero comenzaré allá de nuevo y tendré todo nuevo».

Pahom vendió su tierra, su casa y su ganado, con buenas ganancias, y se mudó con su familia a su nueva propiedad. Todo lo que había dicho el campesino era cierto, y Pahom estaba en mucha mejor posición que antes. Compró muchas tierras arables y pasturas, y pudo tener las cabezas de ganado que deseaba.

Al principio, en el ajetreo de la mudanza y la construcción, Pahom se sentía complacido, pero cuando se habituó comenzó a pensar que tampoco aquí estaba satisfecho. Quería sembrar más trigo, pero no tenía tierras suficientes para ello, así que arrendó más tierras por tres años. Fueron buenas temporadas y hubo buenas cosechas, así que Pahom ahorró dinero. Podría haber seguido viviendo cómodamente, pero se cansó de arrendar tierras ajenas todos los años, y de sufrir privaciones para ahorrar el dinero.

«Si todas estas tierras fueran mías -pensó-, sería independiente y no sufriría estas incomodidades.»

Un día un vendedor de bienes raíces que pasaba le comentó que acababa de regresar de la lejana tierra de los bashkirs, donde había comprado seiscientas hectáreas por sólo mil rublos.

-Sólo debes hacerte amigo de los jefes -dijo- Yo regalé como cien rublos en vestidos y alfombras, además de una caja de té, y di vino a quienes lo bebían, y obtuve la tierra por una bicoca.

«Vaya -pensó Pahom-, allá puedo tener diez veces más tierras de las que poseo. Debo probar suerte.»

Pahom encomendó a su familia el cuidado de la finca y emprendió el viaje, llevando consigo a su criado. Pararon en una ciudad y compraron una caja de té, vino y otros regalos, como el vendedor les había aconsejado. Continuaron viaje hasta recorrer más de quinientos kilómetros, y el séptimo día llegaron a un lugar donde los bashkirs habían instalado sus tiendas.

En cuanto vieron a Pahom, salieron de las tiendas y se reunieron en torno al visitante. Le dieron té y kurniss, y sacrificaron una oveja y le dieron de comer. Pahom sacó presentes de su carromato y los distribuyó, y les dijo que venía en busca de tierras. Los bashkirs parecieron muy satisfechos y le dijeron que debía hablar con el jefe. Lo mandaron a buscar y le explicaron a qué había ido Pahom.

El jefe escuchó un rato, pidió silencio con un gesto y le dijo a Pahom:

-De acuerdo. Escoge la tierra que te plazca. Tenemos tierras en abundancia.

-¿Y cuál será el precio? -preguntó Pahom.

-Nuestro precio es siempre el mismo: mil rublos por día.

Pahom no comprendió.

-¿Un día? ¿Qué medida es ésa? ¿Cuántas hectáreas son?

-No sabemos calcularlo -dijo el jefe-. La vendemos por día. Todo lo que puedas recorrer a pie en un día es tuyo, y el precio es mil rublos por día.

Pahom quedó sorprendido.

-Pero en un día se puede recorrer una vasta extensión de tierra -dijo.

El jefe se echó a reír.

-¡Será toda tuya! Pero con una condición. Si no regresas el mismo día al lugar donde comenzaste, pierdes el dinero.

-¿Pero cómo debo señalar el camino que he seguido?

-Iremos a cualquier lugar que gustes, y nos quedaremos allí. Puedes comenzar desde ese sitio y emprender tu viaje, llevando una azada contigo. Donde lo consideres necesario, deja una marca. En cada giro, cava un pozo y apila la tierra; luego iremos con un arado de pozo en pozo. Puedes hacer el recorrido que desees, pero antes que se ponga el sol debes regresar al sitio de donde partiste. Toda la tierra que cubras será tuya.

Pahom estaba alborozado. Decidió comenzar por la mañana. Charlaron, bebieron más kurniss, comieron más oveja y bebieron más té, y así llegó la noche. Le dieron a Pahom una cama de edredón, y los bashkirs se dispersaron, prometiendo reunirse a la mañana siguiente al romper el alba y viajar al punto convenido antes del amanecer.

Pahom se quedó acostado, pero no pudo dormirse. No dejaba de pensar en su tierra.

«¡Qué gran extensión marcaré! -pensó-. Puedo andar fácilmente cincuenta kilómetros por día. Los días ahora son largos, y un recorrido de cincuenta kilómetros representará gran cantidad de tierra. Venderé las tierras más áridas, o las dejaré a los campesinos, pero yo escogeré la mejor y la trabajaré. Compraré dos yuntas de bueyes y contrataré dos peones más. Unas noventa hectáreas destinaré a la siembra y en el resto criaré ganado.»

Por la puerta abierta vio que estaba rompiendo el alba.

-Es hora de despertarlos -se dijo-. Debemos ponernos en marcha.

Se levantó, despertó al criado (que dormía en el carromato), le ordenó uncir los caballos y fue a despertar a los bashkirs.

-Es hora de ir a la estepa para medir las tierras -dijo.

Los bashkirs se levantaron y se reunieron, y también acudió el jefe. Se pusieron a beber más kurniss, y ofrecieron a Pahom un poco de té, pero él no quería esperar.

-Si hemos de ir, vayamos de una vez. Ya es hora.

Los bashkirs se prepararon y todos se pusieron en marcha, algunos a caballo, otros en carros. Pahom iba en su carromato con el criado, y llevaba una azada. Cuando llegaron a la estepa, el cielo de la mañana estaba rojo. Subieron una loma y, apeándose de carros y caballos, se reunieron en un sitio. El jefe se acercó a Pahom y extendió el brazo hacia la planicie.

-Todo esto, hasta donde llega la mirada, es nuestro. Puedes tomar lo que gustes.

A Pahom le relucieron los ojos, pues era toda tierra virgen, chata como la palma de la mano y negra como semilla de amapola, y en las hondonadas crecían altos pastizales.

El jefe se quitó la gorra de piel de zorro, la apoyó en el suelo y dijo:

-Ésta será la marca. Empieza aquí y regresa aquí. Toda la tierra que rodees será tuya.

Pahom sacó el dinero y lo puso en la gorra. Luego se quitó el abrigo, quedándose con su chaquetón sin mangas. Se aflojó el cinturón y lo sujetó con fuerza bajo el vientre, se puso un costal de pan en el pecho del jubón y, atando una botella de agua al cinturón, se subió la caña de las botas, empuñó la azada y se dispuso a partir. Tardó un instante en decidir el rumbo. Todas las direcciones eran tentadoras.

-No importa -dijo al fin-. Iré hacia el sol naciente.

Se volvió hacia el este, se desperezó y aguardó a que el sol asomara sobre el horizonte.

«No debo perder tiempo -pensó-, pues es más fácil caminar mientras todavía está fresco.»

Los rayos del sol no acababan de chispear sobre el horizonte cuando Pahom, azada al hombro, se internó en la estepa.

Pahom caminaba a paso moderado. Tras avanzar mil metros se detuvo, cavó un pozo y apiló terrones de hierba para hacerlo más visible. Luego continuó, y ahora que había vencido el entumecimiento apuró el paso. Al cabo de un rato cavó otro pozo.

Miró hacia atrás. La loma se veía claramente a la luz del sol, con la gente encima, y las relucientes llantas de las ruedas del carromato. Pahom calculó que había caminado cinco kilómetros. Estaba más cálido; se quitó el chaquetón, se lo echó al hombro y continuó la marcha. Ahora hacía más calor; miró el sol; era hora de pensar en el desayuno.

-He recorrido el primer tramo, pero hay cuatro en un día, y todavía es demasiado pronto para virar. Pero me quitaré las botas -se dijo.

Se sentó, se quitó las botas, se las metió en el cinturón y reanudó la marcha. Ahora caminaba con soltura.

«Seguiré otros cinco kilómetros -pensó-, y luego giraré a la izquierda. Este lugar es tan promisorio que sería una pena perderlo. Cuanto más avanzo, mejor parece la tierra.»

Siguió derecho por un tiempo, y cuando miró en torno, la loma era apenas visible y las personas parecían hormigas, y apenas se veía un destello bajo el sol.

«Ah -pensó Pahom-, he avanzado bastante en esta dirección, es hora de girar. Además estoy sudando, y muy sediento.»

Se detuvo, cavó un gran pozo y apiló hierba. Bebió un sorbo de agua y giró a la izquierda. Continuó la marcha, y la hierba era alta, y hacía mucho calor.

Pahom comenzó a cansarse. Miró el sol y vio que era mediodía.

«Bien -pensó-, debo descansar.»

Se sentó, comió pan y bebió agua, pero no se acostó, temiendo quedarse dormido. Después de estar un rato sentado, siguió andando. Al principio caminaba sin dificultad, y sentía sueño, pero continuó, pensando: «Una hora de sufrimiento, una vida para disfrutarlo».

Avanzó un largo trecho en esa dirección, y ya iba a girar de nuevo a la izquierda cuando vio un fecundo valle. «Sería una pena excluir ese terreno -pensó-. El lino crecería bien aquí.». Así que rodeó el valle y cavó un pozo del otro lado antes de girar. Pahom miró hacia la loma. El aire estaba brumoso y trémulo con el calor, y a través de la bruma apenas se veía a la gente de la loma.

«¡Ah! -pensó Pahom-. Los lados son demasiado largos. Este debe ser más corto.» Y siguió a lo largo del tercer lado, apurando el paso. Miró el sol. Estaba a mitad de camino del horizonte, y Pahom aún no había recorrido tres kilómetros del tercer lado del cuadrado. Aún estaba a quince kilómetros de su meta.

«No -pensó-, aunque mis tierras queden irregulares, ahora debo volver en línea recta. Podría alejarme demasiado, y ya tengo gran cantidad de tierra.».

Pahom cavó un pozo de prisa.

Echó a andar hacia la loma, pero con dificultad. Estaba agotado por el calor, tenía cortes y magulladuras en los pies descalzos, le flaqueaban las piernas. Ansiaba descansar, pero era imposible si deseaba llegar antes del poniente. El sol no espera a nadie, y se hundía cada vez más.

«Cielos -pensó-, si no hubiera cometido el error de querer demasiado. ¿Qué pasará si llego tarde?»

Miró hacia la loma y hacia el sol. Aún estaba lejos de su meta, y el sol se aproximaba al horizonte.

Pahom siguió caminando, con mucha dificultad, pero cada vez más rápido. Apuró el paso, pero todavía estaba lejos del lugar. Echó a correr, arrojó la chaqueta, las botas, la botella y la gorra, y conservó sólo la azada que usaba como bastón.

«Ay de mí. He deseado mucho, y lo eché todo a perder. Tengo que llegar antes de que se ponga el sol.»

El temor le quitaba el aliento. Pahom siguió corriendo, y la camisa y los pantalones empapados se le pegaban a la piel, y tenía la boca reseca. Su pecho jadeaba como un fuelle, su corazón batía como un martillo, sus piernas cedían como si no le pertenecieran. Pahom estaba abrumado por el terror de morir de agotamiento.

Aunque temía la muerte, no podía detenerse. «Después que he corrido tanto, me considerarán un tonto si me detengo ahora», pensó. Y siguió corriendo, y al acercarse oyó que los bashkirs gritaban y aullaban, y esos gritos le inflamaron aún más el corazón. Juntó sus últimas fuerzas y siguió corriendo.

El hinchado y brumoso sol casi rozaba el horizonte, rojo como la sangre. Estaba muy bajo, pero Pahom estaba muy cerca de su meta. Podía ver a la gente de la loma, agitando los brazos para que se diera prisa. Veía la gorra de piel de zorro en el suelo, y el dinero, y al jefe sentado en el suelo, riendo a carcajadas.

«Hay tierras en abundancia -pensó-, ¿pero me dejará Dios vivir en ellas? ¡He perdido la vida, he perdido la vida! ¡Nunca llegaré a ese lugar!»

Pahom miró el sol, que ya desaparecía, ya era devorado. Con el resto de sus fuerzas apuró el paso, encorvando el cuerpo de tal modo que sus piernas apenas podían sostenerlo. Cuando llegó a la loma, de pronto oscureció. Miró el cielo. ¡El sol se había puesto! Pahom dio un alarido.

El movimiento humanista libertario, una reserva de fuerza espiritual

«Todo mi esfuerzo ha sido en vano», pensó, y ya iba a detenerse, pero oyó que los bashkirs aún gritaban, y recordó que aunque para él, desde abajo, parecía que el sol se había puesto, desde la loma aún podían verlo. Aspiró una buena bocanada de aire y corrió cuesta arriba. Allí aún había luz. Llegó a la cima y vio la gorra. Delante de ella el jefe se reía a carcajadas. Pahom soltó un grito. Se le aflojaron las piernas, cayó de bruces y tomó la gorra con las manos.

-¡Vaya, qué sujeto tan admirable! -exclamó el jefe-. ¡Ha ganado muchas tierras!

El criado de Pahom se acercó corriendo y trató de levantarlo, pero vio que le salía sangre de la boca. ¡Pahom estaba muerto!

Los pakshirs chasquearon la lengua para demostrar su piedad.

Su criado empuñó la azada y cavó una tumba para Pahom, y allí lo sepultó. Dos metros de la cabeza a los pies era todo lo que necesitaba».

(Encontré el cuento aquí)

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Q-Luther_Blisset_1 (Parte 1/6)

Q-Luter_Blisset_2 (Parte 2/6)

Q-Luther_Blisset_3 (Parte 3/6)

Q-Luther_Blisset_4 (Parte 4/6)

Q-Luther_Blisset_5 (Parte 5/6)

Q-Luther_Blisset_6 (Parte 6/6)

«Q» es una novela histórica, del autor colectivo italiano Luther Blisset (actualmente Wu Ming).  Los protagonistas  forman el movimiento revolucionario anarco-comunista cristiano de la Alemania del SXVI. Su cabeza más visible es Thomas Müntzer y su principal lema «Todo es de todos». Un retrato de la lucha permanente e inmemorial por la liberación de las masas explotadas contra las élites explotadoras.

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malatesta_en_el_cafe

Magistral contraposición argumental, en forma de guión teatralizado, entre los principios libertarios y los dogmas capitalistas. Racionalidad humanista frente a la ideología del egoísmo enfermizo y autodestructivo que atenaza al planeta. Texto clásico, sencillo y didáctico de permanente actualidad, no exento de hondura filosófica en el abordaje de las cuestiones claves que condicionan nuestro futuro como especie. Agradecemos el descubrimiento de este texto al activista libertario y entrañable compañero Martin Stutz Lucca.

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Religious_Anarchism: New Perspectives- Alexandre Christoyannopoulos

Interesante extracto de 30 páginas, de una obra de volumen mayor, en donde se defiende y argumenta la  proximidad ideológica entre el mensaje vital transmitido por distintas religiones y muchos postulados anarquistas: La crítica radical de la estuctura del poder existente, de las élites explotadoras, del papel del dinero, la apelación al apoyo mutuo, la formación de comunidades de producción y consumo, el respeto a la tierra, el pacifismo … son lugares compartidos, entre un amplio universo de planteamientos humanistas coincidentes.

16 Responses to “Textos libertarios”

  1. Estoy convencida que la ambición es la causa de todas las tragedias

  2. Hola Teresa.

    Gracias por participar. La única ambición positiva es la ambición por construir un mundo no regido por el egoísmo. Aunque nos lo hayan repetido hasta la náusea no es el principio de «la lucha darwinista cainista(*) por la vida» el motor principal que rige el mundo. Hay otro motor mucho más poderoso que, aunque haya sido boicoteado sistemáticamente por la propaganda capitalista, sigue presente: se llama principio del «apoyo mutuo» y fue bien documentado por muchos grandes pensadores de la historia, destacando entre ellos Piotr Kropotkin.

    Saludos.

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    (*) Matización añadida posteriormente para aclarar posibles ambigüedades tras la aportación realizada en el comentario siguiente. Gracias por la colaboración.

  3. Apoyarse mutuamente es luchar por la vida, por lo tanto este princípio no se puede separar, es una manera más de sobrevivir. Esto lo hacen todas las especies, sobre todo los mamíferos, que se pretejen unos a otros de los depredadores. En ese comentário ve implicito una negación del darwinismo; no quiero decir que seais creacionistas, lo que quiero decir es que negar una cosa es afirmar la otra. Generar confusionismo en materia de la evolución, es propio de los curas, abispos, y papas y popes, pero jamás lo hizo Piotr Kropotkin, ni Bakunin, ni Marx ni Engels. Es pues importante aclarar que «la lucha por la vida» es lo que perpetúa las especies, unas lo hacen «apoyandose mutuamente» y otras de otra manera.

  4. Si has visto una negación del darwinismo en el comentario es que has hecho una interpretación no conforme con la intencionalidad del mismo. En el prólogo del libro «El Apoyo mutuo» de Kropotkin se explica perfectamente esta cuestión. No veas fantasmas por donde no los hay. El darwinismo ha sido instrumentalizado por el capitalismo como justificación de sus descabelladas teorías, de igual forma que ha sucedido con el cristianismo e incluso con el anarquismo. De una idea buena, en origen, se fabrican monstruos como puede ser el darwinismo social, el fundamentalismo cristiano neoconservador o el anarcocapitalismo. Una cosa es la idea original y otra las distorsiones e instrumentalizaciones históricas que las élites explotadoras realizan, partiendo de ellas, para justificar la explotación y el expolio de las clases humildes.

    Salud.

  5. Buenos días. No obstante, sigo creyendo que la lucha por la existencia es lo que empuja a todas las especies a vivir, y además no puede ser de otra manera; la veriedad de comportamientos define a las especies, por eso a la especie humana la define la inteligencia y la razón, aunque no siempre es así, y esto es debido a que nuestra especie es tan diversa… Aunar intereses comunes en nuestra especie, no es posible dado el grado de desencanto generalizado, y la individualización imparable que existe entre todos nosotros. Gracias por vuestra atención.

  6. Hola El de casi siempre.

    El «desencanto generalizado» y la «individualización imparable» a la que aludes en tu comentario son sentimientos y conductas programadas, de forma consciente, por el sistema capitalista. Se están fabricando los individuos que interesan al sistema, a base de inocular odio, egoísmo, adicción al dinero y envidia patológica en los ciudadanos. Es muy importante para el sistema destruir los vínculos sociales que nos unen para hacernos más vulnerables a la explotación y a la alienación consumista. Nada de esto es casual. Tampoco pienso que esto sea irreversible ya que también en nuestro «ADN de la especie» está la pulsión hacia la ayuda mutua como instinto de supervivencia colectivo. Creo indispensable generar volúmenes crecientes de información (contrapublicidad) que pueda comenzar a neutralizar toda la desinformación que el sistema genera diariamente en su propio beneficio a través de todas sus plataformas mediáticas.

    Gracias por tus aportaciones y un saludo cordial.

  7. En el fondo hay un reconocimiento de lo anteriormente dicho por mi. Propones, «generar volúmenes crecientes de información», seguramente esta propuesta esta hecha porque se admite la intoxicación ideologica que padecen la gran mayoría, porque si no es así, para qué generar volúmenes… La neutralización de los médios burgueses, ¿es posible?, ¿se puede hacer?, ¿como se hace eso?. El capitalismo ha aprendido mucho de la historia de las revoluciones, ha localizado sus fallos, de ahí que hoy por hoy, es indestructible, me refiero al capitalismo del llamado primer mundo,los otros son muy bulnerables y en cualquier momento pueden caer. No obstante, creo que todavía nosotros podemos aprender más. Saludos.

  8. Hola de nuevo.

    Por supuesto que hay intoxicación ideológica. Estamos de acuerdo en eso y en otras cosas. Sin embargo no pienso que el capitalismo sea indestructible. Más bien considero que es una fase de la Historia que irá diluyéndose fruto de sus propias e insalvables contradicciones. Este proceso puede ser acelerado si conseguimos generar un adecuado volumen de contrainformación y masa crítica ciudadana. A todos nos gustaría que esta transición (que quizás haya comenzado ya) sea mucho más rápida. Veo algunos signos positivos en el sentido de que hasta ahora mucha gente pensaba que el capitalismo era un buen sistema para regir los designios del mundo y ahora muchos más comienzan a darse cuenta de que solo es un mal sistema difícil de cambiar. Se está operando un cambio sutil en la percepción de las reglas del juego a las que estamos sometidos. Salud.

  9. Hoy es indestructible, mañana no lo se. Tal y como estan las cosas, así lo confirma; en una ocasión ya comentamos sobre esto. No obstante, si hubiera un cambio de tendencia si es posible. Pero no se ve luz en el horizonte, solo sombras, muchas sombras.

  10. Ha llegado ya el momento de separar el poco y fértil grano de la mucha paja en la obra de Darwin. Esta labor crítica se lleva haciendo desde hace décadas con otros gigantes del pensamiento como Freud o Marx. ¿Para cuando le tocará turno al santurrón Darwin, beatificado por izquierdas y derechas liberales hasta la idolatría?.

  11. si quieren poner textos libertarios de verdad pongan el Manifiesto del Partido Comunista y déjense de anarquismo de salón, se les ve el plumero anticomunista.

  12. Hola pecero.

    La palabra comunismo, al igual que cristianismo, es demasiado grande para que nadie pueda apropiársela para su uso exclusivo. Ten en cuenta que tendríamos que hablar de al menos tres comunismos diferentes: El comunismo libertario de Kropotkin o Malatesta, el comunismo estatalista de Lenin o Castro y el comunismo reformista de los partidos italianos, franceses o españoles de finales del siglo XX (EuroComunismo). Eso sin entrar a considerar otros comunismos antiguos como el anarco-comunismo religioso de Tomas Müntzer («Omnia Sunt Comunia») o el comunismo distributivo de los primeros cristianos relatado en los Hechos de los apóstoles. Evidentemente estamos hablando de tradiciones y praxis socio-políticas muy diferentes entre si, ¿Cual es la auténtica? ¿Tiene alguien la preferencia de uso?. Sin quitar ni un ápice de importancia al sabio de Tréveris, el comunismo no empezó con Marx ni con su manifiesto, ni terminó con él. Por cierto, el comunismo no es de izquierdas ni de derechas, es simplemente comunismo. No debemos olvidar que el comunismo aspira a la instauración de un nuevo paradigma social, una nueva hegemonía y por tanto solo podrá ser de centro porque las ideologías que conquistan el corazón del pueblo siempre ocupan una posición de centralidad armónica y equilibrada en una sociedad. ¿Izquierda Unida?. ¿Y por qué no Confluencia Centro-Comunista (CC)?. Eso si sería un órdago al sistema mucho más fiel y acorde con el pensamiento holístico de K. Marx. Saludos.

    • Hola, agradezco mucho el tiempo que has dedicado a contestar, sinceramente.
      Disculpa el tono agresivo. Me molesta mucho la actitud de cierto sector de la izquierda que quiere dárselas de más a la izquierda que los demás, y en especial con los indignados que antes no se sabía dónde estaban ni votaban ni se sindicaban ni participaban en nada, y ahora son los primeros en hablar pestes de CCOO o de IU como si se creyeran en el derecho de entrar como un elefante en una cacharrería, sin respeto a nada.

      Ahora bien, tengo que ser sincero y responderte que no me gusta nada vuestra posición. Y lo siento pero me parece que caéis en el mismo juego que justo criticáis de los partidos políticos. A ellos se les critica que mienten con tal de conseguir votos, pero es que vosotros tampoco os definís claramente. Pensáis que por no tomar una línea concreta vais a conseguir aunar a muchos. Y eso no es así, el resultado es una especie de buenismo optimista sin ideología que no puede cuajar por falta de consistencia.

      La única teoría válida es el comunismo marxista. Y el único partido histórico en España y mayoritario y que ha defendido la verdadera izquierda es el PCE. Esto de los apóstoles comunistas perdona que te diga pero no cuela. Y lo de comunismo de centro me huele bastante mal, lo siento.

      Sed sinceros y habladle claro a la gente.
      Decidles que sois anarquistas pero que entre vosotros hay monjas como Teresa Forcades.
      Decidles que hablais de unión de las izquierdas pero cuando hay manifestación la CGT pierde el culo por convocar aparte para no juntarse con el PCE, siempre desde hace años.
      Explicadles cómo vais a conseguir cambios en la economía eludiendo el marxismo, explicadles eso de la unión por el centro.

      • Hola Pecero.

        Yo también te agradezco tu participación en esta modesta bitácora.

        Lo que propones tampoco clarifica demasiado las cosas. Marx predicaba la abolición del Estado para construir la sociedad comunista. Eso no es, ni más ni menos, que un nuevo centro. ¿Cuándo dijo Marx que él fuera de Izquierdas?. En ninguna de las miles de páginas de sus escritos lo encontrarás, ni en su boca ni en su pluma. Han sido algunos de sus exégetas los que lo han posicionado tan rígidamente que casi han llegado a disecarlo. El propio manifiesto comunista que has citado contiene en sus primeros párrafos una crítica por igual a la izquierda y a la derecha («progresistas» y «reaccionarios», en algunas traducciones) muy en la línea de lo que hoy sería el 15M o el movimiento occupy. Quizás Marx se hubiese sentido mucho más cómodo con la frase de los indignados: «No son izquierdas (progresistas) contra derechas (reaccionarios), son los de arriba contra los de abajo» porque la lucha de clases de la que él nos hablaba se desarrolla en sentido vertical, no horizontal.

        En estas dos entradas intento explicar con más detalle este punto de vista:

        https://alterglobalizacion.wordpress.com/2012/11/07/izquierdas-y-derechas-en-la-centralidad-capitalista/

        https://alterglobalizacion.wordpress.com/2013/06/18/la-insuficiencia-de-laizquierda-como-ariete-contra-el-poder/

        Lo que K. Marx proponía es el alumbramiento de una nueva sociedad, de una nueva hegemonía. En la misma línea se situaba Gramsci. Lenin habló de la «enfermedad infantil del izquierdismo» aludiendo a las tendencias socioreformistas de la Alemania de su época, tendencias que más tarde propusieron de nuevo gente como Carrillo, Tamames y compañia. Las cosas no son tan sencillas como pretendes hacernos ver y el PCE no es ninguna antorcha que pueda garantizarnos la luz en medio de las tinieblas. Demuestras un punto de soberbia cuando afirmas que «la única teoría válida es el comunismo marxista». No creo que Marx hubiese estado de acuerdo con esa afirmación, a él no le gustaban demasiado los dogmatismos hasta el punto de llegar a decir que «él no era marxista». Es lo que nos recordaba Francisco Fernández Buey en su «Marx sin ismos» (1998), Sacristán y otros insignes estudiosos de la obra de Marx. El comunismo libertario de Kropotkin es, al menos, tan serio y respetable como el de Lenin. ¿Cual es el «verdadero» y por qué?. Hay grandes ambigüedades que nunca han sido resueltas dentro de la tradición soviética: ¿Cómo es posible llegar a la destrucción del Estado a la vez que se lo fortalece y se le blinda hasta niveles extremos? ¿aspiraba Stalin a la destrucción del Estado? ¿cómo pués pueden llamarse marxistas, entonces, los que así actuaron?. No son cuestiones sencillas, por tanto, seamos humildes y no pretendamos estar en posesión de la última verdad.

        Respecto a la crítica a Teresa Forcades, pues en fin, me parece más de lo mismo. Exceso de suficiencia y falta de apertura intelectual como para entender que hay diversas formas de ser comunista y de que son posibles diferentes acercamientos a una realidad que bebe de diferentes praxis y tradiciones históricas y sociológicas. Nuestro planteamiento defiende que es necesario construir formas de confluencia política pero siempre desde el respeto hacia las distintas tradiciones emancipadoras, incluyendo a las que edifican su discurso sobre bases no estrictamente materialistas. Saludos.

  13. no sería más objetivo luchar por separado para eliminar las ficciones sociales? El egoísmo es una cualidad natural del ser humano. Y creo juntos generamos tiranía. Lo
    Mejor es liberarnos por separado y unirnos hasta el momento justo que seamos libres para expropiar laa los culpos

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