Testimonios

En esta página podrás encontrar testimonios de otras personas que relatan sus experiencias vitales relacionadas con la transformación del mundo en el que viven y, en última instancia, con la mejora de sí mismos.

Mi camino, por A.B.M.

«Como bien es sabido en la posguerra española, años de penuria y hambre, se llenaron los seminarios. Con 12 años ingresé; sólo regresaba a casa dos meses en el verano, aprovechándolo para dar clases de latín, griego y francés, tanto a particulares como en academias; algunos días en Navidad. Durante aquellos años no hubo un hombro amigo en quien llorar, ni un padre, quedé huérfano con 7 años, ni una madre, ni una hermana a quien decir “te quiero”. Antes de despertarse el instinto, nos iban vacunando lentamente contra la mujer. ¿Cuándo pedirá perdón la jerarquía por tanta devastación psicológica?
Aquellos años de adolescente con un mínimo de germen crítico quedaba tronchado antes de brotar; imperaban la obediencia y la sumisión. Mi mente tierna quedaba succionada por encuentros temidos con el “padre espiritual”. Hubo cosas muy positivas: el hábito de estudio, el sentido del deber, la honestidad, el hábito de vida ordenada, los ideales más religiosos que humanos y la disciplinada lógica intelectual tan benéfica. La crisis cristalizó después en torno al celibato.
Hasta que caí en la cuenta de que la ley, de nuevo, había devorado el Espíritu; muchas normas eclesiásticas que iban en contra del bien de los seres humanos.
Tuve la desagradable impresión de que anteriormente yo me había dejado tomar el pelo al respecto: ni la iglesia había sido más santa que pecadora, ni más una que dividida, ni más católica que enfeudada a una cultura, ni más apostólica que judía o pagana en sus doctrinas y comportamientos. Reflexionar y sufrir con tantos ex sacerdotes y ex religiosas que se han encontrado en la calle, después de años de dedicación sincera, marginados y castigados como lo haría la más cruel de las empresas. He compartido su sufrimiento, en algunos casos los he visto alejarse, al cabo de dolorosas crisis, de toda celebración cristiana e incluso de la fe en Dios. (Yo pasé una larga etapa, 12 años, de intemperie y desierto).
En estos mis primeros años de jubilado, pensionista por invalidez permanente absoluta, me estoy dedicando a reflexionar sobre la vida misma; y me pregunto a diario cómo transmitir, comunicar, contagiar en mi entorno el cristianismo experiencial.
Pertenecer a un movimiento eficiente de solidaridad. Las sociedades ricas somos responsables definitivos de la pobreza de otros mundos cuando nadamos en la abundancia. Hay que seguir indagando en los sótanos inmundos de un sistema económico generador de tanta injusticia y desigualdad.
He retomado o reencontrado el proyecto de vida: que el cristianismo no es una religión, sino una forma nueva de relación entre personas y pueblos, desde la experiencia vital de Jesús.
La resistencia activa contra el viejo paradigma no merma, sino que, al contrario, fecunda la escucha a los hermanos, la oración silenciosa y el disfrute de la moderada felicidad posible en esta vida.
La fidelidad a su mensaje y a los signos de los tiempos en la vivencia del estilo de vida de Jesús convergemos cuantos buscamos reproducir hoy su peculiar experiencia. La figura del Maestro de Nazaret es básica y fundamental.
La casta sacerdotal y jerárquica está cavando su tumba después del Vat. II. Espero que sea sustituida por organizaciones de colectivos, como nuestro Grupo, cuya única necesidad de autoridad sea el seguimiento del mensaje de servicio de Jesús.
El mensaje evangélico de Jesús es incompatible con posturas de egoísmo, mediocridad, pereza intelectual o moral, ambición de prestigio y poder, dejación de libertad interior, sumisión u obediencia, despilfarro consumista, enriquecimiento injusto, insensibilidad social.
Durante todos mis años de seminario, aunque con alguna reticencia, creí que la Iglesia era la única tabla de salvación, aunque estuviese lejos del sentido común. Han sido demasiadas las angustias de conciencia generadas por la tradicional y absoluta sumisión al Magisterio, abandonando el seguimiento al acontecimiento del Cristo histórico, a la experiencia estremecedora de Jesús y su fuerza para construir una historia mejor que la simple prolongación del imperio decadente.
A través de Redes Cristianas pretendemos trabajar para descubrir cómo afrontaría Jesús los problemas de nuestro tiempo y dejarnos la piel en el empeño.
En mi vida de seminario he pasado por situaciones de escrúpulo, de dramas, de desequilibrios personales, sobrellevados, a veces, hasta con heroísmo. Ahora me doy cuenta de que nunca mereció la pena.
Para Redes Cristianas la institución eclesiástica ha perdido total credibilidad. Siento una rebelión interior y la necesidad de dar en conciencia respuesta firme, que apuesta por la opción de vida de Jesús, que asume la lucha y el sufrimiento de los pobres, preservando los lazos comunitarios. La Iglesia se está refundiendo a través y a partir de las pequeñas comunidades cristianas, como nuevo modelo de iglesia en diáspora (según Kart Rahner). Este enfoque nos debería esponjar el espíritu y alentar a seguir adelante.
La esperanza está en las bases, en los seguidores de Jesús con talante de radicalidad, agrupados en pequeñas comunidades de hermanos, sin pacto con la mediocridad, que mantengan un potente foco de luz evangélica sobre el pedregal del camino.
Sólo tenemos dos empeños:
Construir mejor comunidad humana.
Transparentar el mensaje subversivo de Jesús en la vida.
Se atisban aires de libertad reconquistada. Ya no son las críticas de algunos individuos aislados, teólogos o pensadores, sino las de un movimiento abiertamente contestatario. En estos momentos es cuando cristalizan las reflexiones que me vengo haciendo en mi largo proceso de liberación interior.»

A.B.M.
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Catequesis, por Zhoerix.

No sin cierto resquemor, recuerdo que hace ya tiempo (en mi parroquia anterior a la actual), me ofrecí voluntario a dar catequesis a niños pequeños (de 4 a 6 años). Mis «superiores» me pidieron y me dieron un programa a seguir con los niños que en realidad daba asco. EN el libro con el guión en cuestión se trataban entre otros temas, la unidad familiar que presentaba a un hombre y a una mujer y venia diciendo algo así como que todo lo demás no era familia.
En otra hoja para colorear, presentaban bajo el titulo de «¿que pasa si no sigo a Dios?» el dibujo de un niño con cara de enfadado con algo en la mano que parece un cuchillo, a otro con una jeringuilla y a otro niño con el puño amenazante. Bastante enfadado, porque no era un contenido nada apropiado para niños tan pequeños, me acabaron dando la razón y me cambiaron el programa por otro más erróneo si cabe. Me encargaron y me obligaron a que acabado el año los niños se supiesen todas y absolutamente todas las oraciones más conocidas de pe a pa (¿Quien ha dicho que para hablar con DIos hubiese que saberse al dedillo una oración? ¿Si no sé rezar una oración ya no puedo comunicarme con Dios? ).
Me negué de nuevo, pero esta vez lo hice en silencio y empecé con los niños una serie de dinámicas donde trataba a modo de juegos infantiles y adaptados e inventados por mí (si por casualidad a alguien le hacen falta juegos así puedo compartirlos) valores como la tolerancia, solidaridad y hasta apadrine un niño y se lo presenté como su nuevo amigo que no tenia tanta suerte como ellos para que le mandasen dibujos y cartas. Mientras, me dediqué a compararle los valores que iban aprendiendo con lo que decía Jesús.
Los niños acabaron encantados y muy ilusionados pero mis «superiores» me dijeron que mis dinámicas «no valían nada» y que «tenia que hacer caso a lo que ordenaban desde el obispado».

Otra cosa que fue la gota que colmó el vaso, fue cuando un día entró un mendigo sin montar jaleo ni hacer nada distinto al resto, se arrodillo en un banco y comenzó a rezar. Automáticamente el «portero» ayudado por más gente que no sabría como calificar le «invitaron a salir». Nadie más que yo y dos personas más parecieron indignarse. ESo sí, la misa no paró en ningún momento (como se va a parar la misa por un ser tan inferior como un mendigo por dios bendito).
Indignado, me fui y ahora me dedico en otra parroquia también cercana a labores puramente sociales.

Zhoerix.

2 comentarios to “Testimonios”

  1. A.B.M, cuánto me ha gustado tu testimonio y que bien te entiendo. Te felicito de verdad. Y te digo una cosa: aunque el proceso de liberación interior haya sido largo, y por supuesto nada fácil, se nota perfectamente que lo has superado.
    Un cariñoso saludo
    Maite García

  2. Hola Maite.

    Bienvenida a nuesta bitácora y gracias por tu comentario. Le enviaré tu mensaje por correo a A.B.M por si desea responderte personalmente. Me consta que está muy liado y deja pasar mucho tiempo sin darse «una vuelta» por aquí. Suerte con tu blog.

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