«A un compañero, después de efectuar su detención, dentro del furgón y con las manos atadas, le cogieron de la cabeza y le dieron golpes contra el asiento, diciéndole que «llevar rastas es “anti-higiénico”» y que «le daba igual que no hubiera hecho nada», pero que era un guarro, y que eso les bastaba para pegarle. Y cuando parece que ya ha pasado, se acerca otro antidisturbios a decirle «que no se queje tanto, que por lo menos le ha pegado solo uno».
«A otro compañero, por llevar pantalones bombachos, le dicen: «Normal que no encuentres trabajo con esos pantalones de maricón», entre otros comentarios homófobos y machistas».
«Otro compañero, que se marchaba para su casa después de terminar la manifestación, acompañado por su novia, observa cómo la policía está machacando a porrazos a un chaval, pide que le dejen de pegar y termina golpeado y detenido por «meterse donde nadie le llamaba»».
«Dos compañeros, al ver cómo los antidisturbios pegaban porrazos a las personas sentadas en medio de Gran Vía, intervienen para levantar a los chavales del suelo y que no les pisaran, acabando detenidos por policías secretas con estética de skins, que solo se identificaron como policías tras las detenciones».
Son testimonios reales que forman parte de este breve documento: (15m_vejaciones_policiales_a_detenidos), en donde se recogen vivencias de personas normales, algunos pertenecientes al 15M y otros ciudadanos que simplemente pasaban por allí, después de ser detenidos por la polícia nacional española durante las redadas que sucedieron en Madrid tras las pacíficas marchas del 15 de Mayo.
El texto está extraido de este otro documento extenso (15m.pdf), recopilatorio de algunos de los acontecimientos y opiniones que pudieron recogerse durante el Mayo del año actual.
Con todo el respeto para algún policía pacífico que pueda existir en algún rincón … ¡Qué triste y patético ese oficio de policía europeo provoca-disturbios!, ¡qué triste pegarle a quién está luchando pacíficamente por defender tus derechos,!, ¡qué triste cobrar unos euros con sabor a sangre y a vómito de un inocente! , ¿No se despertará sudoroso por la noche ese tipo con la pesadilla de que era a su propio hijo a quien apaleaba salvajemente, sin haberlo reconocido entre los muchos que pedían justicia con las manos levantadas en Atenas, Barcelona, Madrid, Valencia, Palma o cualquier otra ciudad del régimen bancarizado europeo?