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noviembre 24, 2009

Cristianismo, Marxismo y Decrecimiento.

Reproducimos un fragmento del excelente artículo redactado por Antonio Moreno y Teresa Bravo para Comunidades Cristianas Populares (CCP).

Rosa Luxemburgo, aún admirando el primitivo socialismo cristiano, establece una diferencia con el socialismo marxista. El socialismo cristiano es un comunismo de consumo no de producción, procura que todos tengan sus necesidades básicas cubiertas, lo que es mucho, pero no se preocupa, ni pudo hacerlo, de cómo se producen o se obtienen esos bienes. “La consigna de propiedad colectiva -nos dice- que levantaban los cristianos no se refería a los bienes de producción sino a los de consumo. No exigían que la tierra, los talleres y las herramientas se convirtieran en propiedad colectiva, sino simplemente que todo se dividiera entre ellos, casa, comida, ropas y todos los productos elaborados necesarios para vivir….. Los cristianos sólo deseaban que los que poseían la riqueza abrazaran el cristianismo y convirtieran sus riquezas en propiedad común para que todos gozaran de estas cosas en igualdad y fraternidad…Así, los cristianos de los primeros siglos eran comunistas fervientes. Pero era un comunismo basado en el consumo de bienes elaborados y no en el trabajo y se demostró incapaz de reformar la sociedad, de poner fin a la desigualdad entre los hombres y de derribar las barreras que separaban a los pobres de los ricos. Esta misma crítica es la que el marxismo hace también a la teoría del Decrecimiento. No obstante, antes de ver este punto, es necesario responder primero a la crítica que Nicolás Georgescu (padre del decrecimiento) hace de la economía marxista del comunismo soviético. Esta crítica, que la hace en los años 70, tras la caída de Krutchev y el ascenso de Brezhnev, es válida, a nuestro entender.

El comunismo soviético tiene efectivamente una visión mecanicista y economicista de la economía. “Determinista o mecanicista porque reconoce a la realidad material, a la naturaleza con sus leyes objetivas e independientes del hombre, como lo único existente y, por lo tanto, lo más importante. El ser humano, por su parte, estará totalmente determinado a conocer o captar las leyes que son propias a esa realidad exterior, objetiva e independiente del sujeto, llamada naturaleza y aplicarlas en su vida, lo que elimina la concepción histórica de la sociedad. Y es economicista porque el factor económico, las condiciones de producción resultante de las fuerzas productivas y las relaciones de producción entre ellas, es lo que determina “en última instancia” la vida social. El desarrollo histórico de la sociedad en su conjunto está determinado por lo económico” (Documentos de CPS, nº 38, p. 4, [en línea: http://www.cps.com.es/documentos.htm ] .

Sin embargo, como exponemos en el mismo trabajo, existe otro marxismo humanista que no es determinista ni economicista y, por lo tanto, puede muy bien aceptar las tesis de Nicolas Georgescu. Marx no pudo incorporar a su teoría económica las ideas de la bio-economía de N. Georgescu, porque en su tiempo no podía tener una visión ecológica causada por la globalización capitalista. No obstante, creemos que la crítica que el marxismo humanista hace del modo de producción capitalista sigue siendo válida y completa el concepto de Decrecimiento de Nicolás Georgescu.

Efectivamente, no habrá que reducir únicamente la producción y el consumo, sino el modo de producción capitalista, que influye en cómo se distribuye y consume. Si la producción, aunque decrecida, sigue siendo capitalista; si las relaciones sociales de producción están en manos de los que detentan el capital, que someten a su dominio a los que únicamente viven de la fuerza de trabajo, sea muscular o intelectual. Si sólo existe el valor de cambio y todo es mercancía, si el motor del proceso productivo es la ganancia, garantizada mediante la productividad y la competencia, este proceso seguirá siendo injusto, por muy decrecido que intentemos que sea. Creemos que el cambio del modo de producción capitalista, augurado por el marxismo humanista no soviético, completa la tesis del flujo entrópico expuesto de N.Georgescu.

Como conclusión, pues, deberíamos intentar caminar hacia un eco-socialismo. Un Decrecimiento tal como hemos expuesto, pero al mismo tiempo, con otro modo de producción, es decir socialista no capitalista.

Antonio Moreno de la Fuente
Teresa Bravo Gómez
CCP de Sevilla, 16 de noviembre 2009