En estos días los ciudadanos españoles asisten atónitos e impotentes al espéctaculo de la corrupción política en escala hiperbólica. El gerente del mayor partido de la oposición se llevaba los kilos de billetes en comisiones sin ningún pudor. No era el único, más bien se trataba de una práctica normalizada en donde también había y hay presidentes de comunidades autónomas. Cuando se le pregunta a todos ellos la respuesta siempre es la misma: soy inocente. ¿Cínicos?. No, ellos no mienten a sabiendas. Sólo expresan un convencimiento íntimo ya que su comportamiento se ajusta a la lógica que el sistema nos enseña cada día, que no es otra que la del lucro y la acumulación. En el capitalismo se produce una suspensión de la ética de manera natural. El beneficio es lo que cuenta, es la medida de todas las cosas. ¿Qué hay de malo en enriquecerse?, ¿No hacemos nosotros lo mismo que hacen todos?, nos dirán impávidos estos individuos. Sólo les falta decir: No hacemos nada raro aparte de aplicar las reglas de este juego llamado capitalismo. Es posible que nunca pisen la cárcel porque la legislación actual también está diseñada para salvaguardar el patrimonio de los poderosos. En teoría sólo existirían unas etéreas «responsabilidades políticas» que nunca llegarán a tocarles sus sagrados bolsillos. Por supuesto ni hablar de devolver lo robado. ¿Lo hacen acaso los bancos?. Todos ellos defienden su inocencia y no mienten. Simplemente operan con las reglas del sistema, dentro de ese limbo ético llamado capitalismo.
En homenaje a Michel Moore (al cual pido perdón por haber plagiado el cartel de su última película-documental) os dejo este pequeño monólogo suyo. Aunque es algo antiguo sigue siendo plenamente válido para explicar la forma de agarrar el dinero sin hacer preguntas y con una total suspensión de la ética que tiene la «democracia» capitalista. ¡Una donación monetaria siempre será bien recibida!. La tienda del tráfico de influencias, es decir de la corrupción, siempre está abierta. El destino de esa frágil y eterna adolescente llamada democracia no puede ser otro que la prostitución en manos de este siniestro sistema.