Ganemos la política para las personas

En los últimos meses estamos asistiendo al nacimiento de iniciativas ciudadanas, en  multitud de poblaciones del estado español, que se van conformando bajo la etiqueta «Ganemos». El pistoletazo de salida lo marcaría la plataforma Guanyem Barcelona junto con Ganemos Madrid (que en un primer momento adoptó el nombre de Municipalia). Rápidamente han seguido propuestas similares como Ganemos Valladolid, Ganemos Málaga, Ganemos Murcia y otras muchas en estado de gestación. Aunque cada localidad mantiene sus singularidades y autonomía organizativa se trataría de un proceso general de confluencia entre movimientos ciudadanos, mareas, colectivos sociales, sindicales y grupos políticos alternativos en torno a unos principios básicos que entroncan con tradiciones emancipadoras de distinto signo y procedencia. Esta convergencia surge también a raíz del convencimiento de que la crisis capitalista nos plantea a tod@s un reto de tal envergadura que ningún frente de batalla puede ser ya banalizado, incluyendo ahora (y esta es la novedad) el frente institucional además del de la indispensable movilización en la calle y redes sociales. Para entender estos procesos es necesario situarnos en el contexto de la actual crisis sistémica en la que estamos sumergidos, en el anhelo de empoderamiento ciudadano que se desató de manera espectacular en el año 2011 y en el surgimiento de las múltiples movilizaciones e iniciativas políticas que hemos visto acontecer en este ciclo histórico. Aunque sería imposible hacer una enumeración completa de todas las corrientes que alimentan este río no deberíamos pasar por alto al 15M, StopDesahucios, las mareas, las marchas indignadas, el FrenteCívico, Equo, Podemos, el Partido X, ecologistas, feministas, el sindicalismo combativo, cristian@s de base o el movimiento humanista entre otros muchos. Mención aparte merecen tod@s l@s activistas de los infatigables movimientos libertarios y anarcosindicalistas sin cuya sólida acción directa, siempre al margen de las intrigas y reyertas partidistas, no hubiese sido posible esta emergente reconfiguración de nuestro imaginario político colectivo.

El protagonismo principal, no obstante, es el de la ciudadanía activa, comprometida y movilizada en torno a la ineludible necesidad de adoptar un cambio de régimen para revertir el tsunami que las élites oligárquicas, con ayuda del PPSOE, han desatado contra las mayorías sociales con objeto de apropiarse de todo el patrimonio común y de ponerlo a disposición restringida de su exclusivo disfrute, control y explotación. Se trata de una agresión violenta de los de arriba contra todos los demás, ante la cual se percibe la ineludible necesidad de no permanecer pasivos. El movimiento «Ganemos» supone también una clara interpelación de la ciudadanía a los partidos políticos tradicionales no hegemónicos para que transformen radicalmente sus métodos de trabajo pasando del verticalismo de sus cuadros dirigentes al horizontalismo que demanda la nueva sociedad, para que despierten de su letargo autista con audacia y generosidad y para que por fin se alineen junto con los intereses de la ciudadanía sin tratar de aprovecharse de sus necesidades. El debate subyacente no es otro que el de la redistribución del poder en el seno de la sociedad y en el de las propias organizaciones. El tiempo de las vanguardias ya pasó. Es el momento de apostar por la transformación profunda de la política entendiendo que los viejos problemas requieren nuevas soluciones y que estas solo podrán ser alcanzadas desde una apuesta radical por el bien común, la democracia real, y la renuncia indispensable a una buena parte de nuestros egoísmos personalistas.

Para saber más: De Guanyem a Ganemos: La apuesta municipal se extiende, Guanyem crea escuela y Más de 30 iniciativas de confluencia ciudadana.

6 Responses to “Ganemos la política para las personas”

  1. Sobre «Ganemos».
    Una de las ideas que defiendo para optimizar este proceso de confluencia es la de no usar la etiqueta «izquierda» como identificador del movimiento «Ganemos». «Podemos» supo leer esta orientación en su momento y, gracias en parte a ello, pudo obtener unos sorprendentes resultados electorales. Ahora con «Ganemos» es necesario seguir la misma estrategia. Mucha gente que se siente muy identificada con la etiqueta «laizquierda» salta de forma airada ante esta propuesta aduciendo que desprenderse de esa etiqueta supone renunciar a defender unos principios ideológicos fundamentales. No es así. La ideología (siempre hay ideología) es la que se deduce de un programa político concreto que habrá que consensuar entre todos los agentes participantes en cada localidad (movimientos sociales, mareas, Frente Cívico, Partido X, Equo, Podemos, Piratas, Process Constituyent, IU, Partido Humanista, PUM+J, ciudadan@s independientes, asociaciones vecinales, etc, etc…). La ideología no es una etiqueta, es un programa. La etiqueta «laizquierda» pone límites y encorseta un proceso que debe tener una vocación masiva y no partidaria. La ideología de «Ganemos» debe ser el horizontalismo, no un supuesto izquierdismo. Aunque entiendo que sea doloroso aceptar para muchos, «Izquierda» se ha convertido en una etiqueta confusa, quemada y limitante para alcanzar un respaldo electoral masivo. El aferrarnos a esa etiqueta solo tiene un valor sentimental, pero no pragmático si el objetivo es realmente «Ganar». Entonces… ¿Qué hacer cuando surjan discrepancias políticas e ideológicas en el seno de «Ganemos» o de «Podemos»?. Pues debatir, respetar, escuchar y finalmente alcanzar acuerdos que, en ningún caso, deberían de tener niveles de aceptación inferiores al 70% de los miembros de cada asamblea «Ganemos» en cada localidad. Si creemos en la democracia real y en el empoderamiento popular demostrémoslo con hechos y actitudes, no solo con eslóganes.

  2. Mapa interactivo con los «Ganemos» del estado y un interesante artículo, con enlaces, haciendo énfasis en la conexión «quincemayista» del movimiento:
    http://www.elconfidencial.com/espana/2014-09-21/las-candidaturas-municipalistas-planean-el-asalto-en-mas-de-una-treintena-de-ciudades_204154/#lpu6TyVI7xbJrC0V

  3. Un régimen corrupto

    Lo que ha ocurrido es que bajo el alero de la constitución borbónica ha crecido, por más de 30 años, una maraña de empresarios, sindicalistas y políticos que por distintos canales han vivido del régimen en distintos niveles de poder.

    Además -y como en otras ocasiones de la historia- quienes se encuentran en el vértice de los poderes políticos se han aprovechado de su posición, compartiendo no solo el asiento en los consejos de administración de la banca, sino que también los mismos intereses con las clases propietarias.

    Por tanto, no es necesario recurrir a italianos del siglo XIX como pretendió Ximo Puig para explicar que es “la casta”. La complejidad de la sociedad de clases en los países centrales del capitalismo está más que estudiada. Sociólogos y politólogos coinciden en algo que hoy en España es incuestionable; las clases dominantes usan su poder para coaptar y/o domesticar a parte importante de los cuadros políticos de origen popular.

    En este sentido, la subordinación ideológica al régimen –la mayoría de las veces ocultada tras un fingido fundamentalismo- es sin lugar a dudas el método más eficaz utilizado por el poder para impedir la rebeliones populares y los procesos revolucionarios (compañero, nos han repetidos por años; no están dadas las condiciones para la revolución).

    En el caso español el “maridaje” corrupto entre políticos profesionales, la banca y la especulación urbanística se extendió por más de 30 años a través de todo el territorio.

    Este verdadero cáncer creció horizontalmente. Lo hizo como un tumor maligno que con su metástasis ha contaminado un amplio espectro que va desde caciques partidarios, izquierdosos de boquilla, sindicalistas genuflexos, hasta llegar a las dirigencias de los clubes deportivos.

    Ha llegado a tal nivel la corrupción, que el discurso que solo señala a determinados políticos no explica la corrupción en toda su dimensión, para definirla la ciudanía ha dado su veredicto; es el régimen el corrupto.

    Lo comprueban las noticias que nos conmueven cada día. No se trata de una especulación “ideológica” Al revés, es una constatación política absolutamente realista.

    Se requiere cirugía mayor

    La indignación de la gente crece con cada nuevo latrocinio de la “casta”. Con esta “santa indignación” se abre paso el convencimiento que la corrupción “no tiene remedio sin cirugía mayor y esta operación implica una revolución ética y democrática”.

    Encuestas más, encuestas menos, (todas manipuladas en las cocinas de la casta) el sorprendente éxito de Podemos y la aparición de iniciativas como Guanyem Barcelona o Ganemos Madrid son precisamente la respuesta de los ciudadanos a la “casta”. Tras estos procesos están los movimientos sociales que nunca se equivocaron al señalar al enemigo.

    Desde el 15M la ciudadanía ya no se traga la hipocresía de políticos, que para defenderse hacen referencia al honesto concejal que no cobra por su trabajo. Ese a militante existe pero no es ,ciertamente, integrante de la casta. El miembro de “la casta” está claramente identificada.

    Para encontrarlo basta con echar una mirada al entramado político –financiero que gobiernan por la vía interpósita de sus hombres de paja. Es una realidad que salta a la vista con figuras como Rato, Blesa, Moral Santin, Pujol, Bárcenas, Felipe González, etc, etc.

    La “madre de cordero” esta precisamente en ese armazón de intereses que es el sostén último del régimen. Allí se encuentra su estado mayor, el sitio de todas las corrupciones, el territorio de las confabulaciones antidemocráticas.

    Hasta el momento la cúpula de Izquierda Unida se ha mostrado incapaz de entender la profundidad del persistente protagonismo popular. Esta gran marejada democrática va firmemente unida a una justificada desconfianza con la clase política.

    El propio Cayo Lara habla de “mochila con elementos negativos”. Sin embargo en su organización, muchos de sus dirigentes máximos todavía no son consientes de la derrota política que han sufrido. Cuando lleguen a comprenderlo será demasiado tarde. La derrota los colocará en crisis porque ya son la retaguardia de la lucha contra el sistema.

    Son nuevos tiempos. Tiempos de insurgencia de nuevos sujetos políticos. Esta vez la historia se realizará con la poesía del porvenir. Porque ahora sí que la historia viene preñada de procesos constituyentes y revoluciones democráticas.

    Abrazos cordiales a la gente de buena voluntad.

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