La legitimación social de la desigualdad (I)

El desmontaje de los mecanimos de legitimación social de la desigualdad es una tarea prioritaria para afrontar el futuro de nuestra especie

El sistema capitalista se ha revelado en las últimas décadas como una formidable máquina generadora de desigualdad. Es un elemento vital en la supervivencia del sistema implementar mecanismos sociales capaces de legitimar dicha desigualdad, de manera que sea incorporada por la psicología individual de los sujetos como algo normal, inevitable o incluso deseable. No es fácil conseguir este efecto en la mente de los ciudadanos ya que se trata de una tendencia que se revela contraria a la memoria genética de la especie, conservada por mujeres y hombres de una manera instintiva. A ningún político de ningún partido se le ocurriría confesar abiertamente que su programa no está orientado por los valores de Justica e Igualdad debido a que estos valores apuntan hacia nuestra supervivencia colectiva, siendo algo innato y natural en el ser humano. Por tanto la legitimación social de la desigualdad solo puede ser impulsada mediante «mecanismos indirectos» y nunca de manera frontal por el rechazo instantáneo que nos produciría. Pero … ¿cuáles son algunos de estos mecanismos sutiles para la fabricación de un consenso que opera en contra de nuestros propios intereses colectivos?. Destacaremos 4 principales:

* Culpabilización de las víctimas: Los mensajes que se lanzan desde los sistemas de creación de opinión tienden a establecer que el nivel de riqueza de cada individuo está estrechamente relacionado con su nivel de esfuerzo,  laboriosidad y sacrificio. Por supuesto solo se trata de un tópico que no mantiene relación con los hechos cotidianos. La pobreza, desde este punto de vista, solo sería la consecuencia lógica de la falta de capacidad de trabajo, de la ausencia de ambición, de la vagancia, el vicio o la depravación. Según esta perspectiva «cada uno recibe lo que se merece» y, por tanto, las víctimas de la explotación o la pobreza son, en una buena parte, culpables de su realidad. Bajo este prisma de análisis los ricos quedan liberados de cualquier responsabilidad sobre la situación miserable de las masas desposeídas y la desigualdad queda legitimada como resultado de un sistema lógico de premios y castigos.

* Naturalización de la búsqueda del lucro personal como fundamento social: Los mecanismos de conformación de la opinión llevan décadas transmitiendo la idea de que la acumulación ilimitada de beneficios no sólo es legítima sino incluso deseable como motor de la actividad económica. Los grandes ideólogos del sistema desde Smith hasta Friedman intentan manipular el afán de justicia universal a través del establecimiento del axioma que consagra la potenciación del egoísmo como el mejor principio distributivo y la mano invisible del mercado como fuerza equilibradora aliada del bien. Esta teleología, que recuerda inevitablemente al teorema ultraconservador del «diseño inteligente», actúa en la práctica como un principio dogmático-teocrático que debe creerse a pesar de que toda la evidencia empírica apunta en sentido inverso. Si el lucro personal es el principio máximo que debe impulsar el funcionamiento de una sociedad se tenderá a aceptar como normal que los ricos sean cada vez más ricos ya que son los que demuestran más habilidad en el manejo de las reglas naturales que rigen la interacción social.

* Manipulación de la teoría darwiniana de la «lucha por la existencia»: Los estudios originales de Darwin llegaban a la conclusión de que las especies más capaces de adaptarse al medio se imponen a las menos aptas. La manipulación aquí consiste en transmitir la idea de que la lucha por la supervivencia se produce entre individuos de una misma especie cuando, en realidad, esa lucha se produce contra las duras condiciones externas que el medio les plantea, actuando los individuos de una misma especie de manera colectiva, solidaria y cooperativa en la gran mayoría de las ocasiones. Las especies raramente desaparecen en lucha contra otras especies sino al verse doblegadas por circunstancias climáticas, químicas o atmosféricas hostiles. Tampoco tienden a acumular recursos sino a utilizarlos de manera racional. Sin embargo el neodarwinismo y el darwinismo social deforman las tesis originales de Darwin para fabricar un imaginario colectivo de lucha mortal entre iguales y de competencia cruel por el acaparamiento de bienes estratégicos. La teoría neoliberal adopta esta visión envenenada de la evolución natural para aplicarla de una manera altamente reduccionista al mundo de la economía, aspirando así a legitimar la desigualdad social como una consecuencia de la natural diferencia de aptitud de los grupos sociales a la hora de «adaptarse» al medio, entendiendo por tal la capacidad para generar plusvalías monetarias siempre crecientes.

* Potenciación indiscriminada de los juegos de azar: Los mecanismos anteriores quedan perfectamente plasmados de manera tangible en la ludopatización de la sociedad a través de un continuo bombardeo promocional de todo tipo de sorteos, loterías, rifas, casinos y cupones que nos prometen ingentes premios a cambio de prácticamente nada. Basta escuchar 1 hora de radio en algunas de las principales cadenas comerciales para darnos cuenta de la enorme envergadura de este lavado de cerebro permanente que penetra en la psique de los individuos dentro del contexto de las sociedades capitalistas. El mensaje codificado es claro: La acumulación de riqueza no es solo legítima y deseable sino que además se constituye en el ideal máximo de felicidad para cualquier individuo en «su sano juicio». No importa que se transfiera riqueza de muchos a los bolsillos de pocos porque, en última instancia, esa captación desmesurada de bienes debe ser el objetivo final de cualquiera de nosotros, tanto a nivel individual como en términos de clan, peña, tribu, familia o clase.

A nadie debe extrañar que estas ideas y mecanismos, operando a pleno rendimiento, conduzcan hacia la «elección democrática» de partidos abiertamente neoliberales y neofascistas.

Sin embargo la hipnosis colectiva que estas psicologías deformes producen en un porcentaje importante de ciudadanos tienden a revertirse de manera inevitable ante nuevas fuerzas contrasistémicas que desmonten sus argumentos y los sustituyan por fundamentaciones humanistas y racionales. Esto ya se está produciendo con la emergencia de los nuevos paradigmas ecologistas, decrecentistas, libertarios, feministas, pacifistas, indigenistas y por multitud de movimientos sociales y ciudadanos que reclaman el apoyo mutuo como única vía para enfrentarnos a las graves amenzas medioambientales que actualmente acechan a nuestra especie. La legitimación de la desiguladad, en este contexto, equivale a la legitimación del suicidio colectivo. La historia de la vida demuestra que sólo la cooperación radical constituye un pasaporte para el futuro.

[Esta entrada ha sido ampliada con argumentos adicionales en La legitimación social de la desigualdad (II)]

11 Responses to “La legitimación social de la desigualdad (I)”

  1. Excelente entrada. Justamente, me parece, que este que apuntas es el meollo de la cuestión si queremos cambiar las cosas y que sin embargo, no sé por qué, no se aborda ni siquiera por los partidos de izquierda. Ha llegado hasta lo más profundo de nuestros seres la propaganda ideológica que justifica la desigualdad como algo consustancial a la vida en general y al ser humano en particular.
    Precisamente a este punto, al de conformar la visión de la competencia como máxima expresión de la vida con la lógica resultante de que haya ganadores y perdedores, contribuyó Darwin. No acabo de entender la exención que le haces al subgraduado en teología que como dice en su celebérrima obra la fuente de inspiración para su funesta teoría fue Malthus. Se ve claramente cuando ya hasta en el título lo homenajea “ el origen de las especies o el mantenimiento de las razas favorecidas en la lucha por la supervivencia”. Darwin también reconoce que la idea de la “supervivencia de los más idóneos” la tomó de Herbert Spencer. Por tanto hay sobradas evidencias que demuestran que la teoría de Darwin hunde sus raíces en la misma filosofía que gestó el capitalismo ( o neoliberalismo si lo prefieres), al que vino a completar y legitimar como “Ley Natural” esa desigualdad a la que aludes. Por otro lado, más hoy en día, a la luz de los conocimientos de biología molecular, paleontología, ecología, etc. el darwinismo es insostenible y es más evidente que nunca que no es una teoría científica sino que se trata de una teoría sociológica o más bien de una ideología.
    Para finalizar recomiendo la lectura de este artículo de Mauricio Abdalla, traducida por el biólogo Emilio Cervantes, dónde explica todo esto de una forma más acertada que yo: http://www.decrecimiento.info/2009/02/por-que-celebrar-darwin.html

  2. Hola quintaesencia.

    Ante todo muchas gracias por tu intervención, por tu interés y por el excelente nivel de argumentación que demuestras en ella. Desde luego no faltan motivos, en cantidad y calidad, para realizar una crítica profunda y frontal a la famosa teoría darwiniana, como muy bien apuntas. Sin embargo en esta entrada hemos optado por defender una postura más indulgente con respecto a la teoría original, no así con sus desarrollos posteriores. Esta idea viene dada por la aceptación de la posición mantenida por el científico anarquista Piotr Kropotkin en su excelente y nunca bien ponderada obra «El Apoyo Mutuo. Un factor de la evolución» (*). El autor ruso dibuja una clara distinción entre el evolucionismo darwiniano original y el desarrollo posterior que sus discípulos, entre los que destaca Thomas Huxley, realizan. Kropotkin respeta algunos logros intelectuales alcanzados por Darwin, como por ejemplo su capacidad para cuestionar la visión teocrática de la vida que imperaba en su época, pero aborrecía la ideología implícita en las formulaciones posteriores realizadas por el darwinismo social y el liberalismo económico.

    Todo lo que comentas sobre Spencer y Malthus es rigurosamente correcto. Ellos, junto con otros autores británicos de la época, son la encarnación ideológica de un pensamiento mecanicista, elitista, imperialista y legitimador de la desigualdad que aún conserva una profunda influencia en nuestra cultura occidental.

    Un saludo cordial y, por supuesto, siéntete libre de opinar, matizar o criticar cuanto quieras en el momento que estimes oportuno.

    Un saludo cordial.

    _________________
    (*) https://alterglobalizacion.files.wordpress.com/2009/04/kropotkin-el-apoyo-mutuo.pdf

  3. Muchas gracias por responder. Me encanta el trabajo impagable que haces en esta bitácora y reconozco que es absolutamente necesario. Sinceramente es muy meritorio.
    La verdad es que no tenía la más mínima intención de entrar en polémica, ni de censurarte nada. Tan sólo pretendía ir ayudando a desmontar otro de “los mitos” con el que nos han engañado, una vez más.
    Soy biólogo de formación y darwinista hasta hace no mucho, sin demasiado entusiasmo, eso sí. Y como dices, yo también pensaba que Darwin había sido tergiversado por Huxley, etc. De hecho es lo que siguen pensando la mayor parte de los biólogos. Por supuesto que el libro de Kropotkin, surgido a raíz del debate que mantenía con T. Huxley en la revista “Nineteenth Century” era (y es) un bálsamo frente a la terrible desazón que deja la exacerbación de la competencia hasta el paroxismo y que tan buena acogida tuvo entre las clases victorianas acomodadas. Dice el gran Eduardo Galeano, (Escuela del Mundo al revés, 1998). “Los maestros calumnian a la Naturaleza: La injusticia, dicen, es Ley Natural… Por Ley Natural, comprueban Richard Herrnstein y Charles Murray, los negros están en los más bajos peldaños de la escala social. Para explicar el éxito de sus negocios, John D. Rockefeller solía decir que la Naturaleza recompensa a los más aptos y castiga a los inútiles; y más de un siglo después, muchos dueños del Mundo siguen creyendo que Charles Darwin escribió sus obras para anunciarles la gloria.”
    Afortunadamente, ahora, tengo la absoluta certeza de que el darwinismo, sin base empírica que lo sustente, sólo sirve de subterfugio para el poder. A mayores de el filosofo de la ciencia Mauricio Abdalla (lo primero que leí fue el artículo enlazado en mi post anterior), otros autores aportan más evidencias de la inconsistencia científica del darwinismo: el biólogo Máximo Sandín, profesor de la UAM (jubilado recientemente) http://www.somosbacteriasyvirus.com/ , el ingeniero Guillermo Agudelo http://www.iieh.com/, otro biólogo, Emilio Cervantes, investigador del C.S.I.C. http://www.madrimasd.org/blogs/biologia_pensamiento/. O incluso el novelista y también biólogo Fernando Vallejo en su libro “la tautología darwinista”. Los cito, aún consciente de la pedantería, para que se puedan documentar tus lectores interesados no sólo en la evolución biológica, sino en cómo se gestó la ideología que domina (avasalla más bien) actualmente en el mundo.
    Salud.

  4. Muchas gracias de nuevo, quintaesencia.

    Intervenciones bien documentadas como las tuyas son un lujo para esta modesta bitácora. Ya conocía algo de Sandín, al que se puede leer y escuhar en elgún video, a través (por ejemplo) de la muy interesante web de investigación crítica «proyectomatriz». Seguiremos documentándonos y aprendiendo sobre este apasionante tema con ayuda de los enlaces que nos aportas, que intuyo totalmente contrastados y rigurosos. Desgraciadamente criticar a Darwin en la actualidad sigue siendo «tema tabú». Está muy, muy, mal visto debido a la propaganda de los lobbys neoliberales, grabada a sangre y fuego en las mentes de varias generaciones. A nosotros, y estoy seguro que a muchos más, esos prejuicios no nos afectan. Darwin solo es una «vaca sagrada» destinada, como otras muchas, a ser una simple pieza de museo convenientemente disecada.

    Un saludo cordial.

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